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lunes, 24 de noviembre de 2014

Entre Apus, búsqueda inmaterial

Siempre me pregunté  por qué las montañas y las soledades que las rodean ejercen tanta influencia en las personas. Desde revelaciones internas hasta revisión y comprensión  de actos propios y ajenos. Se sabe desde siempre, uno vuelve renovado de una escapada a las montañas. Pero por qué , que hay detrás de esto?

Si miramos hacia atrás, hacia ese mundo andino que terminó siendo destruido por la búsqueda de oro y las ansias de acumulación perpetua de los españoles, tal vez esté la respuesta.

Los incas, como bien explica Christian Vitry en su artículo Los espacios rituales en las montañas donde los inkas practicaron sacrificios humanos, no eran indiferentes a la naturaleza. Su relación con las montañas era entrañable, porque las reconocían como dioses o apus. El agua como fuente de vida procedía de ellas. Reconocían su entrega y tributaban a ella en agradecimiento. Realizar un sacrificio humano no se trataba de una muerte en vano. Para ellos, la personas ofrecidas como tributo simplemente realizaban un viaje para volver con sus antepasados.

Si en las montañas residían los dioses, ningún inca podía transitar displicentemente por ellas. Desde las lejanías de los montes y paisajes, los incas guardarían momentos para la reflexión de su relación con el cosmos y las estrellas. Sentarse junto a un arroyo sobre una roca y beber de su agua, era integrarse a la montaña.

Yo creo que los apus están en las alturas esperándonos. Ya hemos ignorado mucho los llamados de la tierra. Es el momento de apagar los celulares y de mirarnos hacia adentro. Y si las montañas están tan cerca del cielo y las lluvias, reconocer sus bondades es también un guiño hacia el apu que la guarda. Y quien sabe, tal vez el apu se apiade de nosotros y nos de alguna respuesta en agradecimiento por la visita.
Diego Díaz


domingo, 2 de noviembre de 2014

miércoles, 15 de octubre de 2014

Río de mi tierra


Que recuerdos guardarán las piedras, de tu roce terrenal.

Anhelarás en tu camino cuanta vida resta otorgar.

Río de mi tierra, sé que tu transitar no es solo dar.

Para esa ave madre que anida a tus orillas,
no alcanzan sus cantos de ocaso para reconocer tu bondad.

Cuantos respuestas diste a mis silencios,
que a nadie animé a preguntar.

Aquel árbol costero que con sus raíces abrazas,
tal vez nunca comprenderá por qué te vas.

Vi llorar a tu amigo el biguá.
Y con sus gritos clamar esta triste verdad, que te nos vas.

En tu llegada al mar, alguien reconocerá bajo las sombras de un sauce,
por qué muchos silencios ya no sé guadarán.

Diego Díaz, 
Octubre, 2014.

martes, 14 de octubre de 2014

Contraalmirante Cordero

Mirador de la Virgen de la localidad de Contraalmirante Cordero.
"Para que vas ahí?", y como una imagen vale más que... terminan diciendo "cómo puede ser que no conocía este lugar!"


lunes, 13 de octubre de 2014

Canal de riego al atardecer

Contraalmirante Cordero, Río Negro.

Colores ferroviarios

Escapada al dique Ballester. Antigua casa, que presumo ferroviaria. Para los amantes locales de la fotografía, no es necesario pagar para sacar fotos en un "safari fotográfico patagónico". Triste broma del consumismo. 

Contemplar

Momentos para mirarnos.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Epifanías

Dice el paisano que a la vuelta de ese monte las estrellan brillan más.
Será su sangre india que se transmuta en palabras.

Por ahí anda el indio, a la vera de un camino,
curtido del frío y viento patagónico contemplando.
Por ahí anda el indio, sin palabras de poeta para expresar
porque sus ojos se vuelven hacia los  astros.

Aquellas nubes lejanas, tempestades, lluvias y temibles vientos
que se anuncian en el horizonte,
tienen su significado innato, su lenguaje propio de nuestra tierra,
donde nuestras palabras no encuentran significados.

O acaso se puede describir con palabras,
las epifanías que nacen de la contemplación de las lejanías,
de aquel pehuén que crece entre las rocas, en la cima de un cerro
y resiste estoico  en soledad las tormentas del invierno.
Será que en la revelación que nace al reconocer aquella soledad
que rodea aquel pehuén lejano en el monte, esté el verdadero sosiego.

En la mirada profunda de la fiera salvaje agazapada a punto de perecer,
donde las especies se vuelven una,
cuando notamos en la oscuridad de sus ojos los gritos sordos de clemencia.
Es al reconocer estos mensajes del alma cuando aprehendemos que somos hermanos de cada ser.

Es la misma mirada del indio que defiende su tierra,
la que se confunde con la del puma que cela por sus crías,
o el coirón arraigado a su montaña,
con las rocas que guardan el arroyo.

Es por esto que el indio no necesita palabras de poeta, o para ser poeta se necesitan palabras?

lunes, 3 de marzo de 2014

Testigos milenarios del alba

La Araucaria araucana o Pehuén , es un  árbol que crece únicamente en una zona restringida de Neuquén y Chile. Pueden vivir más de 500 años.  Antiguamente se alimentaban de su fruto, el pehuen, los indios pehuenches.

De cuántas auroras habrán sido testigos?
Qué secretos guardaran de aquellos indios que buscaban sus sombras? Tal vez nostalgias de aquellos tiempos en que no conocían al blanco y su religión.

El turco pobre

Por la Puerta de Trolope.

Hotel Pire Rayen, abandono y tiempo


Hotel abandonado en Loncopué, una ciudad muy  linda y pequeña de Neuquén. Esa tipografía parece de un tiempo lejano y también actual.

Intensidad

Minutos previos a la puesta del sol. Neuquén, Argentina.

Lejanías

En sus distancias lejanas y agrestes, en sus extensiones donde se confunde soledad con quietud, en aquellos montes testigos mudos de las auroras, está nuestra Patagonia llamando. (Lago Caviahue, Neuquén)

sábado, 11 de enero de 2014

Abra


Transitar en el corazón mismo de la sierra. Donde esos cerros y picos, son más que brotes extrínsecos nacidos en las profundidades de lo inconmensurable de nuestro origen. Donde las miradas hacia esas distancias lejanas, retornan en respuestas mudas, carentes de palabras. En voces propias que solo pueden oír y aprehender nuestros instintos más primitivos. Contemplar y experimentar sosiego. Instinto inseparable de cada ser, ignoto por el carácter propio de lejanía de los abras. Y es  en estas respuestas inasibles que nos da la tierra, donde tal vez se encuentren los anhelados significados a nuestros interrogantes más perturbadores de existencia. Vale la pena responder a esos llamados sordos de nuestra tierra.

Hay vida más allá del turismo

Perros cusqueños, ajenos al dólar y turismo japonés.

Promesa

Les (y me) prometí volver a visitarlos. La próxima será el turno de llevar la carpa y llegar hasta el nevado.

Vista desde el Ampay



Contrastes

Saliendo de Tipón, Cusco, para volver hacia Abancay.